miércoles, 3 de octubre de 2018

TRANSFUSIÒN DE HEMODERIVADOS


Transfusión de sangre 








La transfusión sanguínea es un procedimiento enfermero que consiste en introducir por vía endovenosa sangre o algunos de sus hemoderivados. Las bolsas de sangre proceden de un emisor vivo, es decir, de un donante que altruistamente cede su sangre a un centro de transfusión regional.

Una transfusión de sangre y/o hemoderivados es reponer los componentes de la sangre vitales para la supervivencia de los pacientes: hematíes, plaquetas y plasma, que no se pueden sustituir mediante otras alternativas.

Motivos

Este procedimiento se realiza por distintos motivos que afectan al paciente y pueden ser:
  • Anemia de carácter moderado a grave que no puede ser sustituida por otra terapia.
  • Reponer un déficit de volemia.
  • Mejorar la calidad en el transporte de oxígeno.
  • Compensar el déficit de ciertos componentes sanguíneos en pacientes con alteraciones hematológicas por diversas patologías.

Fases

La transfusión sanguínea consta de tres fases que son:
  1. Solicitud de la transfusión: Se realiza por prescripción médica cuando hay una situación de las descritas anteriormente. El médico rellenará la solicitud pertinente explicando el motivo de transfusión, la firmará y la cumplimentará con la firma del paciente o un familiar autorizado.
  2. Extracción de sangre para pruebas cruzadas: Se le realizan al paciente para conocer la compatibilidad entre donante y receptor y el análisis de su tipificación ABO y grupo Rh. Antes de la obtención de la muestra observaremos que el paciente tenga un acceso venoso, si no es así le canalizaremos una vía periférica de calibre adecuado( 20G o 18G) y de ahí sacaremos la muestra, que irá recogida en un tubo de edta, el cual debe ir perfectamente cumplimentado con los datos del paciente, hora y fecha de extracción y nombre completo del enfermero que realiza la prueba. Para finalizar, se le dejará puesta al paciente una pulsera identificativa, que se desechará en un máximo de 48 horas tras la transfusión.
  3. Administración de la transfusión: La administración de sangre o de sus hemoderivados siempre irá precedida de una comprobación de los datos de identificación del paciente y de la bolsa a administrar. Estos datos se contrastarán con la historia clínica y con la pulsera identificativa.

Material

  • Suero salino al 0,9%.
  • Filtro de sangre estándar.
  • Filtro de sangre especial si fuese recomendado por el banco de sangre.
  • Guantes no estériles.
  • Gasas.
  • Batea.

Procedimiento

Una vez comprobados que los datos del paciente y de la bolsa destinada a él son correctos, palparemos la bolsa para comprobar qué temperatura tiene. Si es muy fría, esperaremos unos minutos a que se atempere. Si tiene buena temperatura nos colocamos los guantes y perforamos la bolsa con el filtro de sangre, la purgamos y la depositamos en la batea. También prepararemos el suero fisiológico si no lo tuviera pautado el paciente.

Antes de iniciar la transfusión tendremos en cuenta que mientras infundamos la sangre no debe pasar otro medicamento IV por la misma vía y se debe evitar la ingesta de alimentos sólidos.
Comenzaremos pasando el suero fisiológico durante unos minutos mientras observamos el estado del paciente para detectar posibles reacciones transfusionales. En este momento, le tomaremos la tensión y temperatura.
Una vez iniciada la transfusión, tendremos en cuenta el ritmo de la misma, dependiendo de lo que administremos:
  • Concentrado de hematíes: tiene una duración entre 1-3 horas, no debe durar más de 4 horas.
  • Plasma fresco: entre 10-30 minutos.
  • Concentrado de plaquetas: entre 5-10 minutos.
Una vez finalice la transfusión, registraremos hora de inicio y final, posibles efectos adversos y firmas del personal que haya intervenido.

Posibles efectos adversos

  • Aparición de fiebre: Si vemos un signo inequívoco de una subida de temperatura ( tiriteos, escalofríos) la tomaremos. Si tuviera fiebre, pararemos la transfusión y administraremos un antitérmico, preferiblemente paracetamol. Una vez solucionada esta reacción se reanudará el procedimiento.
  • Aumento de Tensión Arterial: Si ocurriese, bajaremos el ritmo de infusión calculando que la bolsa dure unas tres horas.
Si persisten estas reacciones y aparecen más como: malestar general, escalofríos, dolor lumbar, disnea, hipotensión, hemoglobinuria, fracaso renal o shock, pararemos la transfusión de inmediato y avisaremos al médico de guardia.

Riesgos

 Aunque actualmente la transfusión de sangre es muy segura, se pueden producir algunos efectos desfavorables:
  • reacciones leves, como fiebre o escalofríos. Son fácilmente tratables.
  • reacciones graves, como la destrucción de los hematíes, hemólisis, reacciones alérgicas graves y edema pulmonar, con riesgo importante para los pacientes. Son poco frecuentes.  
Actualmente, la transmisión de enfermedades infecciosas asociadas a la sangre es muy poco probable. Todas las unidades de sangre se someten a los análisis preceptivos para conocer su grupo sanguíneo y para prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas como sífilis, hepatitis B, hepatitis C, VIH, enfermedad de Chagas y la infección por el virus linfotrópico T humano.



Factores de coagulación de la sangre



Los factores de coagulación son proteínas que se encuentran en el plasma y que normalmente actúan de manera conjunta con las plaquetas para ayudar a la coagulación de la sangre. Si no existieran, no cesaría el sangrado después de producirse una lesión. Se denomina crioprecipitado a ciertos factores de coagulación concentrados a partir del plasma. El crioprecipitado se administra con mayor frecuencia a personas que tienen un sangrado grave y una cantidad excesivamente limitada de fibrinógeno, un factor de coagulación importante (por ejemplo, aquellas con coagulación intravascular diseminada o desprendimiento de placenta). Las proteínas de la coagulación individuales también pueden purificarse a partir de mezclas de plasma, o fabricarse utilizando técnicas de recombinación genética. Los concentrados de factores de coagulación individuales pueden administrarse a las personas que padecen una enfermedad hereditaria de la sangre, como la hemofilia o el síndrome de von Willebrand, y para revertir los efectos de fármacos que inhiben la coagulación de la sangre (los anticoagulantes como la warfarina).


Tipos de hemoderivados


Glóbulos rojos (eritrocitos)


Los concentrados de glóbulos rojos (eritrocitos), el componente sanguíneo más transfundido, pueden restaurar la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Este componente puede darse a una persona que está sangrando o que tiene anemia grave. Se separan los glóbulos rojos del componente líquido de la sangre (plasma) y de los otros componentes celulares. Este paso concentra los glóbulos rojos para que ocupen menos espacio, y de ahí el término «concentrados» o «empaquetados».

A veces los glóbulos rojos se preparan de manera especial (lavado) para que puedan transfundirse a personas que han tenido reacciones graves al plasma. Los glóbulos rojos (eritrocitos) lavados están libres de casi todos los rastros de plasma, la mayoría de los glóbulos blancos y las plaquetas. Suelen utilizarse filtros especiales para eliminar los glóbulos blancos y reducir así muchos tipos de efectos secundarios, como la fiebre, los escalofríos, la infección por citomegalovirus (CMV) y la formación de anticuerpos contra los antígenos leucocitarios humanos (HLA, por sus siglas en inglés). Los antígenos HLA son marcadores químicos localizados en la superficie de las células que son únicos para cada organismo, al cual proporcionan la capacidad de diferenciar lo propio de lo ajeno.

Los glóbulos rojos pueden refrigerarse durante un máximo de 42 días. En circunstancias especiales, por ejemplo para preservar un tipo muy escaso de glóbulos rojos, pueden congelarse hasta 10 años.





Bolsa de sangre
Bolsa de sangre
Bolsa de sangre

Plaquetas (trombocitos)


Las plaquetas (trombocitos) son pequeñas partículas similares a células en la sangre que ayudan a formar coágulos. Por lo general, se administran a personas con muy pocas plaquetas (trombocitopenia) lo cual puede resultar en sangrados espontáneos y graves. Las plaquetas solo pueden almacenarse durante 5 días.

En el pasado, se necesitaban varios donantes para proporcionar suficientes plaquetas a una persona. Las nuevas técnicas de recolección, que separan mejor las plaquetas de otros componentes de la sangre, permiten a un solo donante proporcionar suficientes plaquetas para las necesidades de una persona.

Plasma


El plasma, el componente líquido de la sangre, contiene muchas proteínas, incluyendo los factores de coagulación. Suele congelarse inmediatamente después de separarlo de la sangre fresca (plasma fresco congelado). El plasma congelado al cabo de como máximo 24 horas de ser colectado puede almacenarse hasta durante 1 año. Se utiliza en caso de trastornos hemorrágicos en los que el factor de coagulación deficiente es desconocido, o cuando el factor de coagulación específico no está disponible. También se usa cuando la causa de la hemorragia es la producción insuficiente de todos o muchos de los diferentes factores de coagulación, como resultado de una insuficiencia hepática o una infección grave.



Anticuerpos


Los anticuerpos (inmunoglobulinas) son los componentes de la sangre que combaten las enfermedades, y a veces se administran para obtener una inmunidad temporal en personas que han estado expuestas a una enfermedad infecciosa o que tienen niveles bajos de anticuerpos. Las infecciones para las cuales hay anticuerpos disponibles son la varicela, la hepatitis, la rabia y el tétanos. Los anticuerpos se producen a partir de plasma tratado procedente de donantes.

Glóbulos blancos (leucocitos)


Los glóbulos blancos (leucocitos) se transfunden para tratar infecciones que pueden causar la muerte a personas que tienen un número reducido de estos glóbulos sanguíneos o cuyos glóbulos blancos funcionan anormalmente. El uso de transfusiones de glóbulos blancos (leucocitos) es poco frecuente, debido a que el uso de mejores antibióticos y de factores de crecimiento de citocinas que estimulan la producción de los glóbulos blancos propios ha reducido en gran medida la necesidad de realizarlas. Los glóbulos blancos (leucocitos) se obtienen por aféresis y pueden ser almacenados durante un máximo de 24 horas.

Sustitutos de la sangre


Los investigadores han logrado desarrollar sustitutos de la sangre que utilizan ciertas sustancias químicas o soluciones de hemoglobina especialmente tratada (la proteína que permite a los glóbulos rojos transportar oxígeno), para transportar y liberar oxígeno en los tejidos. Estas soluciones pueden almacenarse a temperatura ambiente (a menudo durante varios años, mucho más tiempo del que puede mantenerse la sangre en un banco de sangre) y no es necesario realizar pruebas cruzadas y de grupo a la persona que las reciben. Estas características las hacen muy adecuadas para su transporte al sitio donde se ha producido un traumatismo o a un campo de batalla. Sin embargo, los estudios no han demostrado que ninguno de los sustitutos de la sangre desarrollados hasta ahora salve vidas. Los médicos están haciendo más investigaciones sobre otros posibles sustitutos de la sangre.


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